Canción del mes de MARZO 2024: "QUIERO SABER TODO DE TI"

2 de julio de 2012

"Que no me falte tu enojo, ni tu risa, ni tu llanto"


El cantautor Hernaldo Zúñiga durante su concierto en el Teatro Nacional, el sábado. Foto: Diana Ulloa/Confidencial.

Hernaldo Zúñiga lo hizo a propósito. El sábado, en el segundo concierto que brindó en Nicaragua, se presentó solamente con cuatro músicos. Fue una estrategia exitosa. Sabía que habría un coro de mujeres dispuestas a seguirle el paso. De hecho, sus únicas compañeras de escenario fueron una rubia y una negra de acentuadas curvas cuyas cuerdas le ayudaron a envolver de melodía sus cantos.

En esta ocasión, el cantante regresó a su país de origen para compartir su nueva producción, un CD/DVD que ha titulado Mercurio. Con ella, y con la gira de conciertos que ha realizado desde su lanzamiento en Diciembre de 2011, Zúñiga conmemora 30 años de carrera artística en la que ha compuesto famosos temas como Mentira, Procuro olvidarte y ¿Cómo te va mi amor?, además de otras canciones menos conocidas por sus compatriotas.

Al salir al escenario de la Sala Mayor del Teatro Nacional, Zúñiga regaló una sonrisa traviesa, una sonrisa de niño. Probablemente fue un gesto ligado al halagador  efecto que produce escuchar un centenar de aplausos o al hecho de saber que había empezado media hora después de lo previsto. En cualquier caso, fue imposible molestarse con él. Su público solamente deseaba que cantase.

Con un grave tono de voz, Hernaldo hilvanó el cúmulo de canciones que se escucharon con versos de Ernesto Cardenal, Jaime Gil de Biedna, Miguel Hernández, Pablo Neruda y otros autores. “Aunque la noche conmigo no la duermes ya, sólo el azar nos dirá si es definitivo” fue una de las tantas frases que sirvieron de introducción a cada una de sus canciones.

La voz de Hernaldo se escuchaba mejor cuando estaba desnuda, sin mayor acompañante que una guitarra o la envolvente melodía del piano. Así fue como cantó “Procuro olvidarte”, un tema que – según él mismo contó durante su concierto - nació del dolor pero le trajo muchísimas alegrías, entre ellas ponerlo en el mapa del mundo musical.

-¡Te quiero Hernaldo!
-¡Yo te amo!
-¡Igual yo!

Gritaron las coristas que se sentaron en platea. Hernaldo fue coqueto con ellas y con todo el que quiso verlo. En un momento del recital, se apagaron todas las luces, menos una. El color rojo bañó su figura y dejó ver una oscura silueta. Él aprovechó el momento para echar su cabeza hacia adelante,  cogió un poco de agua entre sus dedos, mojó sus cabellos y, tal cual modelo, los echó hacia atrás, curveando su espalda al máximo. Los gritos de sus coristas se volvieron estrenduosos. Hernaldo sonrió complacido.

Aunque el concierto no estuvo exento de imprevistos, el compositor demostró que la experiencia es oportuna a la hora de asumir errores. Esta vez, Hernaldo lo hizo con toda naturalidad. Su guitarra negra no dio la talla e insistía en desconectarse. Zúñiga no dejaba de sonreír al observar que su asistente salía al escenario a ayudarle. Caminando a “hurtadillas”, su asistente pretendía esconderse pero era evidente que más de cien pares de ojos le observaban. Zúñiga hizo del momento un completo chiste y con la mano le indicó que no volviera. Optó por tomar su otra guitarra y continuar el concierto con ella.

El aparente final del repertorio se anunció, como es costumbre entre los artistas, con la presentación de cada uno de sus músicos. Luego, Hernaldo desapareció entre las alargadas cortinas del escenario y sus coristas pidieron aún más canciones. Las tuvieron, el cantante regresó al escenario. Sin embargo, esa no fue la única sorpresa de la noche porque, en ese lapso, Carlos Mejía Godoy apareció en escena y le entregó al cantante un Güegüense tallado en madera. “No es oro, no es plata. Lo hicieron artesanos de Masaya, de tu tierra”, le dijo. Fue un reconocimiento por poner a Nicaragua en alto durante su carrera.

Finalmente, Hernaldo Zúñiga se despidió de su público por segunda vez. Cantó un último tema, el que ha titulado Te llevaré. Sus coristas lo acompañaron y juntos entonaron un par de estrofas:

Y cuando no puedo verte
Y te llamo para oirte
Mil mariposas de plata
En mi estómago se espantan
La cosa más cotidiana
La conviertes en milagro
Que no me falte tu risa
Ni tu enojo, ni tu llanto.


http://www.confidencial.com.ni/articulo/7137/quot-que-no-me-falte-tu-risa-ni-tu-enojo-ni-tu-llanto-quot

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